EN QUE CREEMOS
En los países del mundo la autoridad máxima no es el presidente, ni las cámaras de diputados o cenadores (aunque abunda la corrupción y el mal gobierno en todos). Es la constitución, donde se encuentran los fundamentos, principios y formas de gobierno con que se halla fundada esa nación. En el caso de la iglesia cristiana, la Biblia es nuestra única regla de fe y conducta y todo pastor o líder de la iglesia se ha de sujetar a Ella. De Ella encontramos la siguiente DECLARACIÓN DE FE como fundamento doctrinal que, en la iglesia, nos rige en la enseñanza y conducta de la Palabra de Dios. (Hch. 2:42; I Co. 1:10; Ef. 4:13)
Por lo tanto esta es nuestra Declaración de Fe:
La Biblia es la Palabra inspirada de Dios; una revelación de El al hombre, nuestra regla infalible de fe y conducta, y es muy superior a la razón y a la conciencia. (2 Ti. 3:15-16; 2 Pe. 1:21)
El único y verdadero Dios, quien se ha revelado como el “YO SOY” que existe eternamente por sí mismo. (Ex. 3:14). Pero en esta unidad esencial hay distinción de personas:
El Padre.
El Hijo.
El Espíritu Santo. (Dt. 6:4; Is. 43:10-11; Mt. 28:19; Mr. 12:29).
Dios es Espíritu infinito, eterno e inescrutable en su ser, sabiduría, poder, santidad, justicia, bondad y verdad.
Los términos TRINIDAD y PERSONAS en relación a la Divinidad son palabras en armonía con las Sagradas Escrituras, en cuanto al ser de Dios, para distinguirle de “muchos dioses y muchos señores”. Por lo tanto podemos hablar con propiedad del Señor nuestro Dios como de un SEÑOR y como de una TRINIDAD y estar completamente de acuerdo con las Escrituras. (Gn. 1:26, 11:7; Is. 6:8; Mt. 3:16; Lc. 3:21; II Co. 13:14).
En la naturaleza espiritual de Dios existe la persona del Padre. Eterno en sentido propio y absoluto. Ejemplar, en cuanto a la obra creada. De adopción en cuanto al hombre redimido. (Mt. 16:27; Lc. 10:22; Jn. 1:12; Col. 2:9).
Como Padre, sus relaciones son cuádruples:
La relación del Padre con el Hijo es de paternidad.
La relación del Hijo con el Padre es filial.
La relación del Padre y el Hijo con el Espíritu Santo es de procedencia y envío.
La relación del Dios Trino respecto a la creación es de origen, preservación, providencia y redención. (Gn. 1:26; Jn. 16:13-15, 17:21; Col. 1:15-20).
El Señor Jesucristo enseñó que las funciones distintivas del Padre no son operativas en la esencia Divina, sino en las relaciones mutuas entre las personas Divinas por lo cual, el Padre no es más eterno que el Hijo, el Hijo no es menos que el Padre, ni ambos son más eternos que el Espíritu Santo. Ninguno tiene más o menos de la Deidad. (Is. 9:6; Mt. 3:17; Jn. 1:1).
El Señor Jesucristo es el Hijo de Dios en el sentido singular, único, a partir de su engendramiento en el vientre de la bienaventurada María.
(Lc. 1:30-35; Sal. 2:1-9; Mt.14:33)
Las escrituras declaran:
Su preexistencia. (Jn.1:1; Col.1:16)
Su nacimiento virginal. (Mt. 1:23; Lc. 1:31-35)
Su vida inmaculada. (He. 7:26; 1 Pe. 2:22)
Sus milagros. (Hch. 2:22; 10:38)
Su obra sustitutiva en la Cruz. (1 Co. 15:3; 2 Co. 5:21)
Su resurrección corporal de entre los muertos. (Mt. 28:6; Lc.24:39; 1 Co. 15:4)
Su exaltación a la diestra de Dios. (Hch. 1:9-11, 2:33; Fil. 2:9-11; He. 1:3)
Su segunda venida. (Mt. 24:30; Jn 14:2; Hch. 1:11)
El nombre de El Señor Jesucristo es un nombre propio que expresa su soberanía, misión y exaltación. En el nuevo Testamento nunca se aplica al Padre o al Espíritu Santo para que nosotros en el nombre de Jesús doblemos nuestras rodillas y confesemos que Jesús es el Señor para la gloria de Dios Padre, hasta que venga el fin, cuando el Hijo se sujete al Padre y Dios sea en todos. (He. 1:3; Mt. 28:18; Ef. 1:21)
Creemos en el Espíritu Santo como una persona incorpórea, pero real por poseer todo aquello que constituye una personalidad, capaz de pensar, sentir y determinar.
(1 Co. 2:10-13, 12:11; Ro. 8:26; Hch. 13:2-4, 7; Ef. 4:30)
Creemos que el Espíritu Santo es una persona distinta del Padre y del Hijo, ya que existe operaciones que lo distinguen de los mismos
Ejemplo: El Padre y el Hijo lo envían. (Mt. 28:19; Jn. 14:16, 15:26; 2 Co.13:13)
Creemos que el Espíritu Santo es una persona divina, a quien las Escrituras le aplican atributos de Dios:
Eternidad (He. 9: 14)
Omnisciencia (Jn. 14: 26, 16: 12-13)
Omnipotencia (Lc. 1: 35)
Omnipresencia (Sal. 139: 7-10) y a quien se le confiere igualdad de majestad y rango.
(Mt. 28: 19; 1 Co. 12: 2-6; Mt. 12: 31; Hch. 5:3. 3)
SU ORIGEN: El hombre es creación divina e inmediata de Dios. En estado de inocencia.
(Gn. 1:26; Sal. 100: 3; Hch. 17: 24-29)
SU CAIDA: El hombre voluntariamente pecó, perdiendo así su estado original.
(Gn. 3:6-13; Ro. 3:23; Ro. 1:21-32; Is. 53:6)
SU REDENCIÓN: Su única esperanza de redención está en Jesucristo el Hijo de Dios.
(Jn. 3:16; Hch. 4:12; Lc. 19:10)
SU ESTADO FINAL: Vida eterna o condenación, dependiendo de su aceptación o rechazo de la oferta de gracia dada por Dios por medio de Cristo
(Dn. 12:2; Mr. 16:16; Jn. 5:28-29)
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Jn. 3:16
Es el Plan de Dios desde de la eternidad. (1 P. 1:18-20; Jn. 3:17; 1 Ti. 2:4)
Las condiciones que Dios establece para ser salvos:
El arrepentimiento de los pecados y la fe en Cristo. (Mr. 1:15; Ro. 10:9)
La evidencia interna de la salvación es el testimonio directo del Espíritu Santo. (Ro. 8:16)
La evidencia externa es una vida transformada y verdaderamente santa.
(2 Co. 5:17; 1 P. 1:16; Ef. 4:22-24; Tit. 2:12; Gá.5:16-25)
La santificación es un estado de gracia al cual entra el creyente al aceptar a Cristo. Su recepción es inmediata y su desarrollo progresivo.
Es la voluntad de Dios. (1 P. 1-15; 1 Ts. 4:3)
Es una necesidad y un deber del creyente. (1 Ts. 5:23; 1 P. 1:2)
Es un requisito para ver a Dios. (He. 12:14; Sal 24: 3-5; I P. 1:16)
Creemos que a todos los creyentes se les ha otorgado el privilegio de recibir el bautismo en el Espíritu Santo, (Jn 2: 28; Lc. 24:49; Hch. 1:5; Mt. 3:11; Hch. 2:39); con el propósito de investirles de poder y autoridad para ser testigos por todo el mundo, (Hch. 1:8) y capacitarles para desarrollar una vida fructífera y virtuosa. (Jn. 16:13; Hch. 6:11)
La EVIDENCIA audible y visible: Hablar en otras lenguas según el Espíritu da que se hable.
(Hch. 2:4, 10:46, 19:6)
Creemos en la sanidad física, mental y espiritual por el poder de Dios y su palabra con base a la muerte expiatoria de Cristo. (Is. 53:4-5; 1 P. 2:24; Sal. 107:20)
Es promesa y privilegio para todos los creyentes. (Mr. 16:17-18; Mt.10:8)
Se recibe por la fe en el Señor Jesucristo. (Stg. 5:14-16; Hch. 4:10)
La iglesia es el cuerpo místico de Cristo, la habitación de Dios en Espíritu.
(Ef. 5:23, 2:19-22; 1 Co. 12:27)
Cristo fundo la Iglesia durante su ministerio, bautizando a los primeros creyentes en el Espíritu Santo en el día de Pentecostés. (Mt. 16:18; Hch. 2:1-4,41)
Cada creyente en Cristo, nacido del Espíritu, cuyo nombre está escrito en el libro de la vida.
(Jn. 3:3; He. 12:23)
La adoración a Dios. (Jn. 4:23-24)
La edificación del cuerpo de Cristo. (Mr. 16:15-20; Ef. 4:11-13; He. 12:23)
La evangelización del mundo. (Mt. 28:18-20; Mr. 16:15-18)
Es la resurrección de los que han muerto en Cristo y su traslación, juntamente con aquellos que hayan quedado hasta la venida del Señor, es decir su iglesia fiel.
Es un error fijar alguna fecha para la venida del Señor ya sea con base en visiones, profecías o análisis personales. (Mt. 24:36; Hch. 1:6-7; 2 Ts. 2:1-4)
Creemos que es una ordenanza de nuestro Señor Jesucristo. (Mt. 26:26-28)
Se utilizan como elementos, el pan y el jugo de la vid, símbolos que expresen nuestra participación de la naturaleza Divina del Señor Jesucristo. (Jn. 6:53-56)
Es un memorial del sufrimiento y muerte de Cristo. (Lc. 22:19-20)
Es una profecía de su segunda venida. Por tanto, es un medio de comunión para todos los creyentes “hasta que él venga”. (1 Jn. 1:7; 1 Co. 11:24-31)
Creemos en el Bautismo en Agua por INMERSIÓN en el NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO, como testimonio de una limpia conciencia, resultado de haber aceptado a Jesucristo como Salvador Personal. (Mt. 28:19; Mr. 16:16; Hch. 2:38)
Como promesa escritural y esperanza del mundo, el Milenio tendrá lugar en la tierra y será en las siguientes fases:
La revelación de Jesucristo en gloria con sus santos. (Jud. 14; Jer. 30:7; Ap. 6:12-17; 1 Ts. 4:13)
La salvación de Israel. (Sal. 72:1-8; Ro. 11:26; Is. 65:19-25)
El establecimiento del reinado de Cristo sobre todas las naciones; por mil años.
(Zac. 14:3-5; Ap. 19:15-16)
Habrá un juicio final en el cual los impíos muertos serán resucitados y juzgados según sus obras.
El diablo y sus ángeles, la bestia, el falso profeta y todo aquel que no sea hallado en el libro de la vida, serán consignados a la perdición eterna en el lago que arde con fuego y azufre, esto es la muerte segunda.
(Ap.20:10-15, 21:8; Mt. 25:46; Mr. 9:43-48)
“Nosotros según sus promesas esperamos cielos nuevos y tierras nuevas, en los cuales mora la justicia”. 2 P. 3:13; Ap. 21:22.